domingo, 21 de diciembre de 2008

Lo concreto

Para esa gente las cosas concretas constituyen un refugio, un asilo, incluso una tabla de salvación. Un cedro, eso sí es una cosa concreta; el asfalto también lo es. Uno puede pronunciarse siempre de manera totalmente libre sobre cualquier tema referente a las cosas concretas. Lo concreto tiene la virtud de poseer unos límites claramente dibujados y provistos de timbres de alarma. Si una mente absorta en algo concreto empieza a acercarse a uno de estos límites, los timbres le advertirán de que más allá se expande, acechante, el peligroso campo de las ideas generales, de las reflexiones indeseables y de la síntesis. Al oír la señal, la mente prudente retrocederá y volverá a sumirse en lo concreto. Podemos contemplar todo este proceso mirando el rostro de nuestro interlocutor. Se muestra muy animado, mientras perora intercalando miles de números, de porcentajes, de siglas y de fechas. Vemos que se siente muy cómodo pisando firme sobre lo concreto. Entonces le hacemos la siguiente pregunta: “Bien, pero si esto es así, ¿por qué, pues, la gente no se muestra, como diría yo, contenta?” En este momento vemos cómo cambia la cara de nuestro interlocutor, ha sido señal de los timbres de alarma. “¡Atención!, estás a punto de traspasar los límites de lo concreto.” El interlocutor se calla y busca febrilmente una salida a tal situación, que no es otra, cómo no, que la vuelta a lo concreto. Contento por haber esquivado el cepo, por no haberse dejado atrapar, respira con alivio y otra vez se pone a perorar muy animado; nos aplasta con su concreción, que puede ser un objeto, una cosa, una criatura o un fenómeno. Una de las cualidades de lo concreto consiste en que no tiene por sí solo la cualidad de unirse con otras concreciones para, espontáneamente, formar un cuadro general. Por ejemplo, alguna concreción negativa puede existir paralelamente con otra positiva sin que por ello las dos formen un cuadro conjunto, a menos que las unas en el pensamiento humano. Sin embargo, este pensamiento, al ser detenido en los límites de cualquier concreción por la señal de alarma, no puede cumplir su cometido y por eso distintas concreciones negativas pueden convivir durante mucho tiempo sin formar un panorama inquietante. Si se consigue llegar a una situación en la que cada cual se encierre dentro de sus límites, obtendremos entonces una sociedad atomizada, compuesta por un número equis de unidades concretas, incapaces de unirse en un colectivo que actúe de manera conjunta.

R. KAPUSCINSKI. (El Sha o la desmesura del poder). Páginas 111 y 112 de la edición de Crónicas, ANAGRAMA.

Tarea obligatoria para los usuarios del blog. Leer El Sha de Kapuschinski

1 comentario:

El Guanche Eliópodo dijo...

Y yo me pregunto, ¿lo concreto, es una realidad objetiva? Es aquello en lo que podemos estar seguros de una manera irrevocable; aquello "científicamente probado".
¿Es la seguridad en que se basan las compañías de "seguros" para ofrecer garantías al riesgo? ¿estadística inviolable?
Poner límites al caos, inequívoca antítesis. Prolífica cosecha de generosos frutos sin sabor alguno...